He venido a la acequia de tus labios
a buscar palabras que me llenen,
como un festín de versos y alegría
para sentir, al fuego de tu impulso,
la luz de tu crepúsculo tenue.
Agonia de sentires y deseos
es contemplar tu faz dormida.
Algo me dice que no duermes
en un sueño de años y de siglos.
Despierta, al hálito de mis besos,
a este mundo que te aguarda.
Ven, caballero andante,
surge de la estepa castellana,
huye del pesado, oscuro letargo,
al esplendor de un pasado mañana