Sonaban las campanas,
el cielo se rompía
en gotas enamoradas
de eterna melodía.
El suelo ya sin luces
dormía pesadillas,
cuando la voz aquella
gritaba sus pesares:
Ha muerto el amor
cayendo en lodazares,
la siembra del dolorextiende sus desaires.
Una voz apasionada
de alguien que no teme
ni su locura esconde,
se eleva atormentada.
Busca en la tiniebla
a tientas, en tropiezos,
con desgarro avanza
a recoger sollozos
con que alimentar
un fuego de cenizas
y con él soportar
la vida, paso a rastras