Abrí los ojos y el abrazo para encontrarte, Pablo, en ellos acurrucado. Dejaste de ser luminaria en el Cielo para dar luz a mi vejez; a una vida que tanto camino hizo al esperarte.
Eres luz, eres amor frágil, a nuestro cuidado, al de todos, al de esta familia que, de brazos a brazos te mima, te acaricia. te me lleva.
Pablo, te contemplo
y doy gracias al Dios que aún aguardó para llamarme, a fin de que en mis brazos te sintieras.
He madurado.
Hija de Dios,
Confiada a padres católicos,
Española a morir,
Congregante Mariana,
Licenciada en Ciencias Económicas.
Matrimoniada indisoluble
Madre de diez hijos,
Abuela de 19 nietos
Aspirante feliz a una Nueva Vida