Ayer la tuve entre mis manos,
callada, como el arpa adormecida,
el alma en un rincón, despechada, fría,
recubierta de olvido y supe
que jamás de ella saldría sonata,
nueva melodía.
Nunca pensé que un viento,
sediento de emociones te traería,
como una nota, removiendo
arpegios de silencio
hambrientos de versos, de ternura,
inesperada, vibró de nuevo
en las cuerdas de mi vida.
Fuiste cuerda, viento huracanado
que pasó rozando el arpa
en el rincón, callada y fría.
Apenas arrancabas un sonido,
apenas encendías luces, alegrías,
apenas encadenabas la ilusión
con los poemas, cuando el arpa,
a tu contacto, fue explosión,
fue vida, breve vida.
Y yo escuché, antes de irte,
antes de dejarla inacabada,
la última sonata que, de los cielos
para que tú la tocaras,
iniciada quedó en el panel
de mi alma dormida.
Yo perdí, me dejaste,
rota y en pedazos,
el arpa en su rincón,
de nuevo sin melodía.
el arpa en su rincón,
de nuevo sin melodía.