Escrito frente al fuego de la chimenea con pluma y folio, a falta de pantalla y teclas.
Quiero acercar la mano
y que me quemes.
Sentir las llamas en lo alto;
gritar del fuego que retuerce
la piel quemada,
chamuscada en jirones.
Ver el dolor, dolerlo y apretarlo,
sentirlo sin huir,
sin aventarlo.
Ardiendo en mí: ¡quema llama!,
no te apagues, necesito ese dolor
urdido desde el fuego.
Sentir y no parar, ¡ardiente chisporreo!,
crepitar de leña seca,
chamuscada, en llamas de locura y amor
que no sosiega
y se quema, quemando
lo que ama.
Militos
En Noray, la casa entre los montes de Guadalajara, 30 de Enero de 2009
Si mi ventana diera al mar, trinar de aves mis siete despertares; rumor de olas, mecedora de ayer, murmullo de cielo y arena.
Este bronco rechinar de velocidad, con cantos de metal y de empedrado, no serían el tic tac ni dañaría mi yunque con sus golpes.
Si mi ventana diera al Mar, el claro de la Luna anochecido entonaría los cantos de sirena, para calmar la noche del insomnio y un manto de luces y temblores aventaría la galerna.
¡Ay, si mi ventana diera...! en ella serían los colores verde y azul de los océanos. no de piedra, no de gases al abordaje amargo de la orilla, hundida antes de encontrada.
Si mi ventana diera al Mar, plena la paleta de rumores, anidaría en su cristal la eterna juventud anclada.
Si mi ventana diera al mar, singladura a término, avivaría de púrpura brillante este lecho plomizo y requemado, donde abres los ojos al letargo, sin hallar anclaje a los remos.
.En una isla de paz, si mi ventana diera al mar, anclaría sin peso ni regreso.
En este caminar de ruedas y de asfalto, te rezo, Señor, te busco y te miro hacia lo alto. Pero no estás, mi Dios, si estás yo no te veo.
Está tu imagen urdida entre las piedras de Tordesillas y Astorga, restos de España medievales. Torres que se alzan erguidas, plañideras y orantes.
León y Ponferrada, campanas calladas y leales.
Que no estás hacia lo alto, hundido, Señor, entre las minas, en el carbón tus manos consagradas. Tu Cuerpo das en panes blancos, más blancos que la nieve de los montes que León risquea en blonda blanca.
Bajando por el puerto, unidos sin fundirse, carbón y nieve se encontraban. La nieve ya de bajada perfila montes y caminos, en surcos de carbón se cuaja.
No fue casualidad, ni fue la ecología que fue tu mano, Señor, capaz y desprendida, quien hizo que la nieve, sin mancharse... hasta el carbón bajara.
Escrito en el coche al regreso de Ferrol, al contemplar las minas de carbón y la nieve en 1986
Hoy he pensado en tí, a la velocidad del haz luminoso, contra la intensidad del progreso hiriendo los caminos, profanando el altar sagrado del silencio. He pensado en tí al encontrar, lluvia adentro, la caladura del alma en sequedad terrosa. He pensado en tí, callada ría, navegante de todos los deseos. Ancla de bronce de todas las ausencias, búcaro azul de todas las fragancias que me llevan a tí. Estela que el corazón parte en dos veredas:querer y no querer volver.
_________________ Callada ría que desbordas la sed del pensamiento; hoy he pensado en tí en el aroma azulado de la hortensia, inundando la estancia; junco sereno, dormidera de recuerdos. Donde tu acabas se abre el Océano. Hacia él en desbandada todos los sueños, compuerta para mares eternos.
Nos hiciste por las aguas, inacabable Dios! imperio de tierras y semillas, juntura de horizontes, volcán en erupción de amor y desamores. He pensado en tí y contemplo la misma ola, mil veces estrellada contra la misma roca. Como el hombre se estrella contra la misma piedra y sigue adelante para volver a idénticos tropiezos.
He pensado en tí y si fuera una lluvia de almendros sobre el empedrado grasiento, yo seguiría pensándote, desgranándose por mi mano la suavidad olorosa de tus pétalos, de algas, madreperlas... Ni siquiera el almendro... Todo sería hoy para que yo pensara en tí.
Señor...
Y si Tú no estás,
¿a dónde iré
que mi vida no se rompa?
¿Qué camino emprenderé
que no se vuelva pedregal?
¿A quién amaré, señor,
si Tú no estás?
Tú eres la llave
de todos los amores,
si te la llevas
el corazón cerrado
se volverá dolor.
Haré daño a quien llame
buscando amor.
Haré llorar al que pida
consuelo y paz.
Si Tú no estás, Señor,
nunca volveré a amar.
Quiero morir en el amor con que me cercas. Quiero tu mano que bese mi piel. Quiero que el sueño permanezca, abrir los ojos y verte dormido en él Quiero sentir las nubes y la luna; sentirlas en mi anochecer. Sentir, saber... que limpian e iluminan, para morir querer en el sueño y tú amado en él
Pobre corazón siempre a medias hecho de tí, entre la duda y las tinieblas anidando en mí. Este caminar y no llegar nadie lo llena, tropezar caer y siempre a medias ¿quién lo levantará?
¿Quién gritará: ¡sal fuera!?
Vuelve a la vida, recorre la llanura,
escala la montaña, llega a la cima y mira.
Sal y toma la luz Sal y atrapa el color, Sal y derrama el amor, Sal y llena el corazón
SOLTANDO AMARRAS Desátame, Divino Cautivo de este vivir amarrada. Desátame para encontrar de nuevo mis alas... Y volveré a alcanzar anchura, altura y cielo. Subiré y me tomarás más allá de las nubes. más allá del dolor. Te miraré, me mirarás, y en mismo vuelo se plegaran mis alas, se plegarán mis rezos. Todo el amor retornará a tu seno, para ser sólo amor.
Atras mi campo de flores,corro voraz, buscando el de estrellas. Un campo que ilumine mis andares. Por él rebusco mis sueños perdidos, volcados, escondidos en senderos desterrados, en volcanes no encendidos, agostados, calcinados de tanto quemar, arder de fuego y centellas.
Mar de silencios que rompen los mares, olvidan las olas, persiguen, avanzan, nunca se paran y al viento reparten aladas caracolas que fueron festivales. El viento se enreda en tiernos recuerdos pasados, perdidos, sin nunca alcanzarse.
Mis pasos se entretienen, la luna me distrae, me abaten los mares, acallan tu voz y dulces ecos detienen. Hoy dije: se acabó, voy a caminar sin mirar atras, voy a seguir la luz que a mí llegó de un campo estelar. Voy a cerrar oídos y el extraño fulgor de la engañosa orilla, no apagará el tenue resplandor que en la noche me guia.
Mi pie dolorido de abruptos caminos persigue las huellas de penas y amantes que en hierro de siglos forjó la escondida, veraz, dolorosa senda, por donde caminan llagados de dolor los esforzados, valerosos andantes buscaron la Cruz, hicieron blanco haz alumbrando sus pasos de Cuaresma. Ya voy, de camino, por ese campo de estrellas.
Al levantar mi casa, falla el proyecto, la obra falla, los cimientos tiemblan. el tejado hace agua, el suelo se hunde, las paredes bailan. Necesito un carpintero, un hombre de batalla que sepa levantar, fortalecer los muros de mi casa.
Mi fragil casa de madera rancia, de fe, de oración y paciencia, de amores y dolores forjados en cantos de esperanza. Necesito un carpintero que todo lo afiance y levante la casa de mi alma, que trabaje con fuerza el martillo, sonría y calle, para rematar los palos de la cruz desvencijada, que dé fuerza y vigor al suelo levantado que cruje a mis pisadas. Necesito un carpintero que levante mi casa, con mano de oración y de pasión el mazo para remachar las puntas, los clavos que mi torpeza soltó de firme enclave.
Necesito de Nazaret un carpintero, santo y padre del hombre Dios sea y José de Nazaret se llame.
Lloro porque no puedo, lloro porque quiero, lloro porque deseo lo que no puedo tener. Cae de mis manos el llanto, el llanto que al río va, al río que se hace mar. Hacerle hueco en el agua, hacerle hueco de ola, de espuma blanca y de sal. Baja lento mi llanto, se pierde de llanto en el mar. Choca contra la roca, aguarda, que llora porque no puede llegar porque desea y no llega, porque quiere lo que no puede: en tu orilla recalar. Militos, 24 de marzo de 2009
Fortaleza de la Mola (Mahon) Cruda batalla la de retener concéntricos anillos de humo consumido. La espuma que ha besado tus pies y se deshace después de la ola. La tenue ola que no llega a la rompiente, los sueños que se fueron antes de soñados, y los que sí soñaste, pero anclaron en nebuloso valle de lo inalcanzable. Y ese ansia que nace al primer grito, creciente siempre, por encima de los escalones alcanzados; imposible de acallar con las migajas del éxito estelar que sólo es, antes de rutilar. Duro combate el de traer al mundo realizado lo impalpable. Ardorosa lucha por estampillar los imposibles. En el arbusto sin hojas de lo cotidiano ¿quién plantará las flores?
¿Quién se acercó a mi ventana? ¿Quién en silencio,cuidó de amores mi planta? ¿Quién verdeo mis hojas? ¿Hizo brotar a mis flores, volcó calores de mayo sobre mis débiles tallos, miró... me dio los colores? Trajo él, amor a mi lado en esta vieja ventana, lo musitó en canciones, aisló mi cuerpo del frío, del abandono y lo seco volvió en dulces temblores. De mi abandono en el frío, mirándome, hizo colores? Regó mi sequedad urdida por las ausencias y olvidos, con el agua de su mano, vertida suave, alada, en halo ligero y cálido, como caricia de Hoja siempre perenne y callada.
He madurado.
Hija de Dios,
Confiada a padres católicos,
Española a morir,
Congregante Mariana,
Licenciada en Ciencias Económicas.
Matrimoniada indisoluble
Madre de diez hijos,
Abuela de 19 nietos
Aspirante feliz a una Nueva Vida