Bendita palabra,
dulce miel, amarga hiel,
en mis labios resecos amalgama.
Benditos sabores que olvidé
hoy persigo con ansia,
en cada recoveco, rincón
de la vida que avanza,
veloz tras de los sueños
en veloz escapada.
Lucha audaz de oveja perdida
desde tus brazos
que busca en ellos ser hallada.
Nunca sabrás cómo de rojas las amapolas abrían surcos a tu paso, cómo de dorado aquel trigo, en tu molino ágil, se hacía pan de repartir. Con tu sonrisa siempre alerta entraste de mi mano a la sin fondo acequia de mi sueño, mientas moldeo en la piedra de tu lejanía, la figura que de ti amo. El ave que voltea en torno a los cascotes desprendidos, entre sus plumas, acerca sabor y aroma de hoja verde fundiendo la distancia en clave ausente de añoranza y de recuerdo.
Abrí los ojos y el abrazo para encontrarte, Pablo, en ellos acurrucado. Dejaste de ser luminaria en el Cielo para dar luz a mi vejez; a una vida que tanto camino hizo al esperarte.
Eres luz, eres amor frágil, a nuestro cuidado, al de todos, al de esta familia que, de brazos a brazos te mima, te acaricia. te me lleva.
Pablo, te contemplo
y doy gracias al Dios que aún aguardó para llamarme, a fin de que en mis brazos te sintieras.
He madurado.
Hija de Dios,
Confiada a padres católicos,
Española a morir,
Congregante Mariana,
Licenciada en Ciencias Económicas.
Matrimoniada indisoluble
Madre de diez hijos,
Abuela de 19 nietos
Aspirante feliz a una Nueva Vida