Escucha, amor, la melodía
que canta mi pecho alborotado,
escucha los sones y la lira
de una partitura nacida,
sin acordes y sin notas, tan solo
por un violín entre mis manos.
Canto que, de ausencia, despedida,
entona la voz del alma mía.
Escucha, amor, se hizo el día
en nuevo amanecer de besos
y esperanzas.
Mis labios buscaron y encontraron
la fruta roja, de pasión que calma
cuando quema, en el deseo
que arde al roce de tus labios.
He de aclarar que este poema está dedicado al único hombre que me ha besado en la vida, que conste porque yo no he querido.
HUMO O MARIPOSA
Hace 1 semana