AMIGOS, SEGUIDORES DE POEMAS

viernes, 26 de junio de 2009

SÓLO SE QUEMAN LAS COSAS


Venid y contemplad serenamente,
calladamente...
Con firme mano sofocad el grito.
Mirad entre cenizas
los años, los sudores, el esfuerzo,
brasas encendidas se lo llevaron todo,
en esa nimiedad de la cerilla a la hoguera.
Ni el hacha ni riadas de agua
capaces fueron de conservarlo.
En lucha fiera sus derechos debatían,
mientras los cruzados brazos
presos manteníamos,
los que debiéramos arrancar de aquel fuego
cuanto fue nuestro y bajo el fuego perecía.

De la mimada infancia se quemaron,
cayeron plumas y sedas...
la graciosa sonrisa, las enormes orejas,
enlaces de peluche, lazos rotos
entre la niñez y madurez no deseada.

A voces, Tú lo escuchaste:
¡Quémalo, Señor, quémalo todo!
también lo que hay detrás,
lo que no se ve y aún se toca
y aún se siente...
¿No pueden los recuerdos perecer
en esa misma hoguera
donde las sombras perecen?

Y no fue así...
de nuevo asoman machaconamente,
inesperadamente...,
cuando quieren, cuando les viene en gana,
al alero gris de mi balcón abierto.

En aquel fuego, sagrado fuego
que dicen purifica la maleza,
tan solo las cosas se han quemado,
el alma de las cosas, lo que de bueno
o malo las recrea,
sigue por años latiendo en la distancia
de los espacios lejanos,
de los pasados tiempos...
derritiéndose en ella, a veces,
los barrotes acerados que forjaste
para hacerte mujer y germinar.

Después del incendio de nuestra casa.
Madrid__1978


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